Heures Joánicas Septiembre, 1995 Lucas 23.33-34 [Las "horas joánicas" son propuestas para sostener la bùsqueda de Dios en el silencio y la oración. Se trata de dedicar dos o tres horas para leer en silencio los textos bíblicos que se sugieren y que van acompañados de un breve comentario y algunas preguntas. Más tarde, reunidos en pequeños grupos en casa de uno de los participantes, se comparte brevemente lo que cada uno cree haber descubierto, pudiendo eventualmente finalizar el encuentro con un tiempo de oración.] Cuando llegaron al lugar llamado La Calavera, crucificaron allí a Jesùs y también a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesùs decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen." Desde el momento en que se unió a los penitentes que iban a recibir un bautismo de arrepentimiento en manos de Juan Bautista, Jesùs se hizo solidario de los pecadores y de los pobres ante Dios. Comprometió toda su vida en la manifestación de la Buena Noticia. Ahora no queda ningùn sitio en el que pueda vivir sobre la tierra. Después de haber sido abandonado y renegado por sus discípulos, condenado por las más altas autoridades del país, rechazado por el pueblo, es crucificado sobre la cruz: la muerte de los esclavos y de los criminales. Sin embargo, no tiene en cuenta ese escándalo, ni el mal que se le ha hecho. No se queja por los sufrimientos padecidos. No se plantea las preguntas "¿Por qué ese mal gratuito? ¿Cùal es la responsabilidad que corresponde a unos y a otros?" Está enteramente preocupado por salvar una relación con cada uno. No hace a nadie esclavo del mal realizado. Cree en ellos más que ellos mismos. A través del perdón, se ofrece una reconciliación. En la paz y a la luz de la resurrección, la reconciliación resultará poco a poco accesible. Cuando se atraviesa una prueba inexplicable, cuando se siente el abandono de aquellos en quien se había depositado la confianza, el estallido de violencia que parece producirse interiormente puede conmocionar profundamente. A veces se quisiera tomar una cierta distancia, dejar que pase el tiempo. Se comprende entonces que el perdón no es una actitud natural en el ser humano, pero es quizás en esos momentos de crisis cuando se puede descubrir que vivir del perdón significa ante todo dejar que el Resucitado perdone dentro de uno mismo. Quien deja que Cristo rece en él: "Padre, perdona", queda libre de la violencia y de la amargura. Libre de distancias, de indiferencias que pretenden proteger como un blindaje contra un sufrimiento insoportable, el corazón permanece vivo pues se abre la puerta a una espera. ¿Para quién, en qué situación puedo pedir el perdón de Cristo? ¿Con quién me abre el perdón un camino que permitirá construir un proyecto comùn junto a otros? ¿Qué palabras de Jesùs me ayudan a vivir de su perdón? "Johannine Hours" - 9/95 - ©71250 Taizé-Community, France. taize@cpe.ipl.fr --------------------------------------------------- file: /pub/resources/text/taize/franc: jhs-9509.txt .